Sería perfecto y armónico que todos los textos que uno lee fueran buenos
y pudieran cautivarlo, pero no es así. Existen muchos libros que por más que
uno se esfuerce no puede lograr que le gusten, quizá la única y sencilla razón
es que no estén bien logrados o
realizados. Claro aquí uno puede entrar en planos subjetivos ¿Qué es bueno y
qué no? ¿Qué obra está bien lograda?
Es difícil poder distinguir tan
delgada línea entre esto, muchas veces queda a valoración del lector, quien
tiene de deber de juzgarlo. Es precisamente lo que haré con “El tercer lado de
los ojos”. Este libro fue un regalo de mi madre, llegó a mi durante mi
adolescencia y fue uno de los primeros libros que terminé de leer, también me
enseño que la palaba “libro” no es sinónimo de calidad literaria.
La segunda obra creada por Giorgio
Falleti (un actor y comediante italiano) nos cuenta la historia de un detective
que investiga una serie de asesinatos. Durante su investigación se topa con una
persona que recibió los ojos de las víctimas asesinas, está persona parece
tener alucinaciones que podrían dar pistas para dar con el homicida.
La llamativa portada del libro
contrasta con su profundidad argumental. La versión traducida al español de la
obra carece de un amplio uso del lenguaje, limitándose a utilizar palabras simples y fáciles de digerir, pero que
terminan por ser repetitivas. El
argumento no logra su objetivo de “atrapar” al lector (por lo menos eso
percibí yo) y se puede caer en el tedio.
No cabe duda que pocos dichos son
más certeros que el “No se debe juzgar un libro por su portada”, este texto sea
quizá la muestra más clara del tiempo. En resumen es un mal libro, no lo
adquieras.
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