Buscando entre mi biblioteca
personal me topé con una serie de compendios autobiográficos de Herman Hesse.
Entre los relatos que encontré hubo uno que particularmente llamó mi atención;
La Infancia del Mago. En este pequeño cuento de varias páginas, el autor de Demian y Lobo Estepario nos
narra breves momentos de su infancia y como inició una curiosidad hacia lo místico
que terminaría por verse reflejada en casi todas sus creaciones literarias.
El autor (de origen sueco pero más identificado con Alemania) relata con su
habitual estilo lo más básico de su esencia
como persona y ser humano. Describe a su madre, su padre, su abuelo y sus
hermanos, nos cuenta las constantes situaciones él vivió durante las primeras décadas
que recorrió los inestables territorios del S. XIX y como toda su infancia se
vio marcada por la misteriosa figura de un “hombrecillo” que aparecía de forma
inesperada constantemente.
Esta sombra humanoide aparece sin previo aviso y lo guía hacia
situaciones comprometedoras o contextos que parecen desde peligrosos hasta vergonzosos, pero que
por algún motivo terminan con grandes resultados a su favor. “La infancia del
mago” es uno de esos relatos creados por Hesse durante su vejez, buscando dejar
huella de su lado más humano en la tierra, inmortalizándose a él mismo pero más
a las personas que amó. Es precisamente esta serie de situaciones que le dan el
toque que hace imperdible el breve relato de Herman.
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